La imposición de ceniza que el Celebrante realiza sobre
nuestra frente el Miércoles de Ceniza,
día en que la Iglesia inicia la Cuaresma que culmina con la Semana Santa, se
acompaña con una frase que constituye toda una definición de nuestro destino
terrenal.
La frase que, desde antiguo se repitió en la referida
ceremonia es: “Polvo eres, y en polvo te convertirás”. Asimismo es oportuno mencionar, que
desde hace algunas décadas, se impuso un nuevo texto que, sin suprimir al
anterior reza: “Conviértete
y cree en el Evangelio”.
Al respecto, me permito hacer algunas mínimas consideraciones
que intentan llegar al sentido de una y otra frase; en tanto la primera nos
muestra un camino que me atrevo a calificar como desesperanzador, y que forma
parte de mis recuerdos en ocasión de una experiencia que vivimos y paso a
relatar.
En la década del ochenta, tuve oportunidad, junto a mi
esposa, de visitar la Catedral de Córdoba en España, -anteriormente Mezquita
musulmana- y en una de las numerosas lápidas que se observan en su suelo,
recibí una impresión que, pese a los años transcurridos, no he podido borrar de
la memoria, se leía: “Aquí yace N.N., polvo, ceniza y nada”.
En la oportunidad, nos quedó la imagen (no exenta de realismo
y propia de una época histórica) de un destino fundado en un determinismo que
no se compadece con nuestra fe y la trascendencia de nuestra alma. Dicho en
otras palabras, queda la impresión que todo termina con la existencia terrena.
En tanto la nueva versión, al inducirnos a convertirnos en
función de la vivencia del Evangelio, reafirma claramente nuestra esperanza y
la convicción de la misericordia que se nos ha prometido y en la cual
confiamos.
Me permito, con toda humildad, hacerle llegar al querido
Grupo de Espiritualidad, esta modesta reflexión en la confianza de la
benevolencia con que recibirán la misma, que no intenta otra cosa que compartir
el espíritu con el que iniciamos la Cuaresma.
Lomas de Zamora, Febrero 2021
Osvaldo Mario Sonzini